martes, 27 de julio de 2010

EL DESAFIO ROTARIO.



EL ROTARY FRENTE A LA POLIO I

QUE ES LA POLIO
la paralisis infantil o polomelitis. I

EVANSTON, Ill. U.S.A. (Feb. XX, 2010) -- Qué tendrán en común la pirámide de Kefrén, el Obelisco de Buenos Aires, la presa del lago junto al Memorial Maratón en Grecia, la catedral del Apóstol Santiago en España y el Wrigley Building de Chicago, entre otros lugares. Durante el pasado 23 de febrero y en días posteriores el Mundo recibió una iluminación especial.
Cada uno de estos iconos en varios países de los 5 continentes pusieron un mensaje de luz a un dramático telón de fondo: Acabar con la poliomielitis. “Pongamos fin a la polio “. Estas palabras- que representan la promesa de Rotary para librar al mundo del virus de la Polio- se proyectaron de forma simultánea en varios edificios monumentales y lugares emblemáticos de varios países en África, Asia, Europa, América y Oceanía coincidiendo con el 105 Aniversario de la mayor organización humanitaria en el Mundo. Estos lugares brillarán con el mensaje “Pongamos fin a la Polio”
"Mediante la iluminación de estos lugares de interés histórico con el compromiso de Rotary para erradicar la polio, nuestra institución está manifestando al mundo que estanis luchando contra esta enfermedad hasta el final", dice Glenn E. Estes, presidente de La Fundación Rotaria, que supervisa este programa de Rotary."

La poliomielitis es una antigua enfermedad, pero los investigadores no la descubrieron ni le dieron un nombre hasta el siglo XX. La manifestación más frecuente de la parálisis de la poliomielitis —una pierna atrofiada— aparece en una estela artística originaria del antiguo Egipto. En 1840, la enfermedad se describió por primera vez clínicamente y se denominó "parálisis infantil", debido a que afectaba principalmente a los menores de edad. Unos médicos investigadores de Austria establecieron en 1909 que la poliomielitis era una enfermedad contagiosa propagada por un virus, un dato que indicaba que en teoría era posible elaborar una vacuna contra la enfermedad. En 1991, cuando se dieron en Europa y en el norte de América varias epidemias, unos investigadores británicos identificaron las tres cepas del virus de la poliomielitis, e iniciaron la carrera para descubrir la vacuna.

La poliomielitis solamente se da en los seres humanos, un factor que facilita la erradicación. El virus entra en el cuerpo a través de la boca, se desarrolla en los intestinos y se propaga entre la población por medio de las heces. Los síntomas iniciales son muy parecidos a los de un resfriado común, e incluyen fiebre, fatiga, dolor de cabeza, vómitos, rigidez en el cuello y dolor en las extremidades. Es más contagioso alrededor de diez días antes y después de la aparición de los síntomas, que suelen manifestarse unas tres semanas después de la exposición al virus.

Aunque el virus puede circular ampliamente, solamente en 1 de cada 200 casos de infección se produce una parálisis, generalmente en las piernas. Alrededor de un 5% a un 10% de las víctimas sufren parálisis de los músculos respiratorios, un problema que puede causar la muerte. Para luchar contra él, se inventó en los años 1930 un aparato respiratorio llamado pulmón de acero. Estos enormes cilindros de metal se convirtieron en una imagen muy frecuente en los pabellones de los hospitales de América del Norte.

Los datos indican que las tasas de casos de poliomielitis probablemente alcanzaban las mismas cifras en los países ricos y pobres. Pero en los países pobres, la incidencia de otras enfermedades ocultaba los casos de poliomielitis. En el mundo industrializado, la enfermedad cobró importancia cuando surgieron varias epidemias intensas en la primera mitad del siglo XX, en un momento en que las autoridades sanitarias habían podido controlar otras enfermedades infecciosas como la tuberculosis y el cólera.

El surgimiento de estas epidemias se debe, paradójicamente, a una mejora en las normas de higiene. Cuando el saneamiento era deficiente, casi todos los niños de las regiones donde la poliomielitis era endémica estaban expuestos al virus poco después de nacer. Los recién nacidos eran menos vulnerables al virus debido, en parte, a los anticuerpos que recibían de la leche materna; la exposición inicial al virus proporcionaba inmunidad al recién nacido. Pero a medida que mejoraron las normas higiénicas, muy poca gente entraba en contacto con el virus cuando era pequeño, trastornando el equilibrio histórico entre el virus y el receptor.

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